MI EXPERIENCIA CON LA REFLEXOLOGÍA
Hoy os queremos contar
la experiencia que tuve yo, Susana, con la Reflexología Podal Infantil. Muchos
ya sabéis que en Muxuz Muxu impartimos estos cursos… y muchas veces nos
preguntáis sobre este tema… el curso y la reflexología sirven y se usan para
muchas cosas… pero hoy os cuento esta…. Mi experiencia…
Tengo una preciosa hija de algo más de seis años que es mi
ángel y la luz de mi vida, Naroa (además de tener ahora a Alize con 7 meses de
vida que es mi otro ángel, claro!), pero en este caso mi experiencia es con
Naroa.
Aprendí el método de Ángeles Hinojosa en el curso de prácticas impartido por Begoña Montilla cuando se hizo monitora de Reflexología Podal Infantil hace ya unos años. He de reconocer que, aunque la reflexología me parecía un tema práctico, útil e interesante, tras el curso deje aparcado el método y rara vez le hacía un masaje a mi hija, entre que no encontraba el momento y mi hija ponía pegas, pues no insistí demasiado.
El lunes 26 de septiembre de 2010, como todas las mañanas
empecé a preparar a Naroa para ir al cole. Según empecé a quitarle el pijama noté
que la niña tenía unos lunarcitos morados muy extraños por el cuerpo y la cara.
Enseguida me di cuenta de que eso no era nada bueno así que cogí a la niña y me
fui pitando para el hospital de Cruces.
Nada más llegar a urgencias nos pasaron dentro y empezaron a hacerle pruebas. Le hicieron análisis de sangre y descubrieron que tenía las plaquetas por los suelos (3.000 plaquetas cuando lo que se considera normal creo que es a partir de 140.000). Entre esto y otros síntomas que tenía la niña la cosa no pintaba nada bien. Me dijeron que tenía que quedarse ingresada para hacerle más pruebas, y que tenían que descartar una posible leucemia. Ahí empezó la pesadilla.
Nos quedamos ingresadas en oncología infantil, al día
siguiente le harían una punción medular para descartar el cáncer y mientras
tanto la niña, que seguía con la vitalidad de siempre, no podía moverse ya que
ante cualquier mínimo golpe había un alto riesgo de hemorragia o derrame
cerebral. Esos dos días fueron los
peores y más largos de mi vida.
El martes por la mañana le pusieron anestesia total y le
hicieron la dichosa prueba. Tuve que esperar a los resultados hasta las cuatro
de la tarde. Cuando la doctora me dijo que Naroa no tenía leucemia sentí como
si flotara.
La médico empezó a explicarme que lo que le pasaba es que
tenía una Plaquetopenia, su médula producía sin problemas las plaquetas pero su
propio cuerpo se encargaba luego de destruirlas. No tenían muy claro el origen
de este problema, también conocido como púrpura, pero parece ser que ante un
virus su sistema inmunológico se había vuelto loco y desarrollaba anticuerpos
contra las plaquetas.
Me comentó que le iban a poner un tratamiento con cortisona
o corticoides si el tratamiento funcionaba el viernes nos iríamos para
casa y si no funcionaba habría que ir
probando otros tratamientos. Una vez curada había tres posibilidades: que se
recuperase para siempre, que de vez en cuando tuviese un brote, o que se le
hiciese crónico. Como yo soy una persona muy positiva y tras el alivio de saber
que no era leucemia, me quedé con la primera parte, que le iban a poner un tratamiento,
le iba a funcionar y el viernes nos íbamos para casa.
Los tres días siguientes, a pesar de estar ingresadas, con
Naroa como loca por levantarse, jugar y correr, y con el cuerpo lleno de
manchas y moratones (la pobrecita parecía un cromo), compartiendo la vida con
niños muy enfermos, e historias muy tristes, nuestro estado de ánimo era
bastante bueno ante el convencimiento de que nosotras éramos ‘las afortunadas’
y de que tras los análisis del viernes nos iríamos para casa.
Llego el viernes, y fue cuando me echaron el jarro de agua
fría. El tratamiento no había funcionado y Naroa no tenía ni media plaqueta más
que cuando ingresó, así que había que probar con otro tratamiento. Se me volvió
a caer el mundo encima y empecé a pensar de nuevo lo peor. Mientras tanto
ingresó otra niña con el mismo caso que Naroa y empezaron a llegarme noticias
de más casos como el suyo y ninguno con una recuperación fácil o rápida.
Es en este momento cuando me acordé de la reflexología.
Le
llame a Bego y le pedí que por favor viniera a hacerle unos masajitos y de paso
que le consultara a Ángeles Hinojosa para ver qué puntos podía tocarle para
ayudarla. Esa misma tarde, Begoña vino al hospital con las plantillas y demás.
Le hizo el masaje y me dijo que yo se lo repitiese tres veces al día y así lo
hice. Además, Naroa estaba harta de hospital, así que me dejo encantada que le
hiciese los “masajes en los pies”, como dice ella, para ver si así nos íbamos
de una vez por todas (en ese momento se hubiese dejado hacer cualquier cosa con
tal de volver a casa.
El lunes volvieron a hacerle los análisis y ¡sorpresa!, las plaquetas se habían disparado, ¡tenía 325.000! Por fin nos dieron el alta y nos pudimos ir a casa. Además, como los niveles de plaquetas eran tan altos Naroa podía hacer una vida totalmente normal y desde el día siguiente mismo podía volver al cole.
Tuvimos que repetirle los análisis 15 días después y un mes
después y en el último las plaquetas
eran más de 400.000. Por supuesto yo había seguido haciéndole masajes, todos
los días al principio y poco a poco los fui espaciando cada vez un poco más.
Muchas veces, es ella misma la que me los pide, sobre todo si se encuentra mal.
No tuvimos que volver a hacerle análisis hasta tres meses después donde los análisis siguieron siendo perfectos y todo se ha quedado en un mal sueño.
No tengo pruebas científicas de que fuera la reflexología lo
que curó a Naroa, pero cada vez estoy más convencida de que así fue. La niña
que estuvo con Naroa en Cruces recibió el mismo tratamiento pero las plaquetas
solo le subieron a 30.000. No sé de ningún caso de esta enfermedad y conozco
varios, en los que haya habido una recuperación tan rápida y tan sorprendente.
El hijo de una amiga tuvo que estar más de un año recibiendo tratamiento cada
15 días y la hija de un primo de mi aita lleva desde marzo de ese año sometida a diferentes tratamientos
sin resultado alguno, me he ofrecido a enseñarle los masajes de reflexología y
próximamente vendrán a aprenderlos. Esto sólo son dos ejemplos.
Así que solo puedo decir una cosa, GRACIAS A LA REFLEXOLOGÍA, A BEGOÑA Y A ÁNGELES, no sólo han devuelto la salud a Naroa, sino que me han dado la tranquilidad de saber que si le vuelve a pasar tengo una herramienta mágica que me ayudará a resolver sus problemas de salud.
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